ESCRIBIENDO UNA HISTORIA…
El 22 de agosto, una mañana fría, Manuel Belgrano se enteró que los realistas venían para acá, entonces el General informó a todas las personas que debían marcharse a Córdoba con todas sus pertenencias. Mis padres recogieron toda la cosecha y preparamos nuestras cosas y cargamos todo lo que pudimos a la carreta.
Al día siguiente enganchó dos bueyes y estuvimos esperando la orden de Belgrano. La mayoría quemaron sus casas y sembrados para que no quede nada para los españoles.
Cuando ya todos estábamos listos escuchamos la orden de partida y comenzamos la marcha. Caminamos varios días y solo nos deteníamos para comer o para dormir. Pero cuando llegamos a Tucumán dijo el General que nos quedaríamos en ese lugar.
Micaela Solis 6to Grado
Escuela 380 Ronque
UNA EXPERIENCIA INOLVIDABLE
Muy tempranito tocaron la puerta de mi casa, y salió atender mi mamá, era un soldado que traía una orden del General Manuel Belgrano:
-Todas las personas deben partir hacia el sur porque se aproxima un ejército español con tres mil cien soldados y nuestra tropa no está en condiciones de dar una batalla y le preocupa al General de que salgan heridos o sean capturados. Quemen sus casas y lleven lo que les sea
útil, es una orden.
Mi madre despertó a mis hermanos y nos dijo que nos vamos a otro lugar porque venían los realistas.
Toda la gente comprendió la situación y trabajaron todo el día. Esa noche dormimos y al día siguiente alistamos todo en la carreta, subieron mis hermanitos y mi abuelita.
La mayoría quemó su casa y sembrados, a mi mamá le dio mucha pena quemar nuestra casa que con mucho sacrificio lo había construído mi abuelo, después de llorar se animó a encender el fósforo la quemó y me abrazó.
Belgrano preguntó si ya estábamos listos para partir y todos respondimos que si y partimos el veintitres de agosto hacia Tucumán.
Tomamos un descanso en Salta y luego seguimos...
Cuando llegamos a Tucumán, un soldado nos llevó hasta una casa y nos dijo que iba a ser nuestro hogar hasta que regresemos a nuestro pueblo.
Esa tarde me acerqué donde estaba el General, le di la mano, me palmeó la espalda y me dijo que esta vez derrotaríamos al invasor.
Yo conocí al General era un hombre de gran firmeza y de buen corazón. Al otro día me enteré que estaba muy enfermó aún así estaba preparando su ejército.
Sergio Cruz 7mo. Grado
Escuela 380 de Ronque
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